El conde Lucanor
- Paola Ximena Lopez Ortega
- 25 nov 2015
- 2 Min. de lectura
Sinopsis

En El conde Lucanor, alcanzan culminación y síntesis las tradiciones cuentísticas del mundo oriental y de los predicadores cristianos. La popularidad obtenida por los exempla incluidos en la primera parte no debe, sin embargo, oscurecer la habilidad con que Don Juan Manuel organiza el conjunto y combina distintos recursos retóricos. La pareja formada por el conde Lucanor y su ayo Patronio traspasa con sorprendente modernidad los borrosos límites que separan la realidad de la ficción y entra por derecho propio a formar parte de los personajes famosos de la literatura universal
Sobre Juan Manuel
Don Juan Manuel (1282-1348) fue máximo representante de la prosa de este siglo; nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el sabio; recibió una educación esmerada; el primer autor español que mostró un empeño decidido en la conservación de su obra; él mismo corrigió cuidadosamente sus manuscritos y los depositó en el monasterio dominico de Peñafiel, donde los destruyó un incendio; muestra una muy clara voluntad de estilo, en busca de un lenguaje claro y conciso; trabajaba en la depuración de la prosa castellana, iniciada por su tío Alfonso; su obra es didáctica: escribió una literatura de diversión para que el lector asimilara mejor las enseñanzas. Sus obras son: El Libro del caballero y el escudero, un manual del perfecto caballero; el Libro de los estados, con datos interesantes para conocer la organización social de su tiempo: el Libro de Patronio o El conde Lucanor (1335), publicado en Sevilla (1575); es un texto dividido en cinco partes: la primera incluye 51 apólogos o ejemplos; las tres siguientes contienen aforismos o sentencias; la quinta es un breve tratado sobre lo que debía hacer el hombre para ganar la gloria. La estructura de los ejemplos es siempre muy parecida; el libro tiene una intencionalidad didáctica y predicaba una moral pragmática; es original en la forma de contar; sus personajes eran seres vivos, creados con rápidos y bien seleccionados trazos; combinaba con maestría elementos reales y ficticios; la acción es muy condensada; el humor es un ingrediente importante; el estilo es sencillo y elegante, personal en la sintaxis y el rico vocabulario; alcanza un buen equilibrio entre concisión y claridad; algunos de los relatos más destacados son: el del deán de Santiago y don Yllán, el del mancebo que casó con mujer muy fuerte y muy brava, el que cuenta lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo. Texto de Gonzalo Jimenez Maecha
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